Remanso de obediencia by Marina Anderson

Remanso de obediencia by Marina Anderson

autor:Marina Anderson [Anderson, Marina]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: FP - Ficción Erótica
ISBN: 9788415497707
editor: ANAYA
publicado: 2015-02-12T23:00:00+00:00


Capítulo once

A las siete en punto de la mañana siguiente, una doncella llevó el desayuno al dormitorio de Natalie. Retirando las cortinas, colocó en la mesilla una bandeja en la que reposaban una taza de café, un zumo de frutas, una tostada con mermelada, y se retiró acto seguido sin pronunciar palabra. Temerosa de lo que vendría después, lo cierto es que Natalie no sentía nada de hambre. Mordisqueó con indolencia la tostada, pero se bebió el café con verdadera impaciencia.

Cuando recordaba la noche anterior, y el tamaño de la polla de Anil, su carne comenzaba a hormiguear. Así que se apresuró a quitarse esos pensamientos de la cabeza. Anil había sido sólo una parte más de aquel curso, nada más que eso. Natalie sospechaba que, pese a los progresos que había mostrado, aún tenía ante sí un largo camino que recorrer, antes de que El Remanso considerara su estancia allí un rotundo éxito.

No bien hubo terminado Natalie de ducharse y vestirse, Simon apareció en su habitación para recogerla.

—Buenos días. Debo decir que anoche te portaste muy bien con Anil.

—Gracias —respondió recatadamente Natalie.

—La verdad es que parece que te lo pasaste muy bien.

Natalie no podía decir por el tono de su voz si estaba contento o todo lo contrario, pero por la forma en que la miraba sospechaba que no.

—¿Y hay algo de malo en ello? Pensaba que te alegraría verme así.

—Y me alegro.

—Pues nadie lo diría.

—Ésta es la cara que pongo cuando me alegro por algo.

—Y también es la cara que pones cuando no es así.

—Lo sé. Es bastante útil tener una cara tan inexpresiva como la mía.

—Quizá sea útil en tu trabajo —aceptó Natalie—. Pero en tu vida privada debe de ser bastante fastidioso.

—Creo recordar que no has venido aquí para hablar de mi vida privada —respondió abruptamente Simon—. ¿Estás preparada para recibir la última lección de esta parte del curso?

—Supongo que sí. ¿Tengo que ponerme algo en particular?

—No —dijo Simon—. Esta vez sólo tendrás que mirar. Toma buena nota de todo cuanto veas, porque cuando regreses a El Remanso el próximo fin de semana tendrás que participar en la sesión de la mañana del domingo.

—Tal y como lo dices parece una amenaza.

—No pretendía que sonase así. Claro que no es exactamente la clase de cosa que estás acostumbrada a hacer.

—Creo que no quiero oír nada más sobre el tema —se apresuró a decir Natalie—. ¿Nos vamos?

La voz de Simon sonaba fría, cortante:

—Sígueme.

Dicho aquello, salió rapidamente al pasillo y avanzó con premura, de manera que Natalie se las vio y deseó para seguir su paso hasta la planta de abajo.

—¿Adónde vamos? —preguntó casi sin aliento.

—A partir de aquí cogeremos el ascensor.

—¿Pero adónde?

—Al sótano.

—¿Y qué hay allí?

—Ya lo verás.

Las pesadas puertas del ascensor se descorrieron lentamente. Por un momento, Natalie se detuvo, sintiéndose repentinamente nerviosa.

—Vamos —dijo Simon—. Hace un momento estabas impaciente por venir aquí, ¿recuerdas?

—¿Está oscuro ese sótano?

—¿Por qué? ¿Acaso te da miedo la oscuridad?

—Un poco.

—No te preocupes, habrá suficiente luz para ver todo cuanto ocurra. De otra manera el ejercicio no tendría sentido.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.